FAKE NEWS EN EL MEDIEVO

noviembre 20th, 201810:30 am

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La mentira no necesita redes tecnológicas para extenderse como un incendio: los hechos falsos se transmitían hace siglos mediante un eficaz boca a boca con más graves repercusiones que las estupideces segregadas por hackers en la actualidad.

Los templarios sufrieron el descrédito mediante la propalación de supuestas prácticas indecentes, blasfemias y herejías en su seno, desprestigio orquestado por el codicioso rey de Francia, secundado por el obediente papado, para hacerse con sus riquezas y destruirlos social, espiritual y físicamente.

El rumor de que un niño cristiano habría sido asesinado en un crimen ritual por los judíos conducía a una comunidad enajenada a protagonizar pogromos vengativos que generaban muertes indiscriminadas y pillajes en las aljamas.

Los abusos de la nobleza feudal y de los grandes latifundios eclesiásticos contra la población inerme se distraían generando bulos contra comunidades que servirían de chivo expiatorio.

Las brujas, las mujeres sabias de los bosques, con conocimientos que se transmitían de abuela a nieta, único apoyo ancestral en la salud y las cuitas de las gentes, eran periódicamente acusadas de envenenar los pozos o maldecir las cosechas, y miles de ellas fueron quemadas vivas en toda Europa.

En España, un calculado bulo lanzado por el poder eclesiástico sirvió para cambiar la historia, cuando los partidarios de la golpista católica Isabel acusaron a su sobrina Juana de no ser hija de su padre, sino del noble Beltrán de la Cueva, a pesar de que éste lo negaría públicamente, motejándola despectivamente como “la Beltraneja”, negándole con esa mentira su derecho al trono otorgado en testamento por el Rey y condenándola a un destino cruel. Sin el integrismo de Isabel, no habría existido ni la acción de la Inquisición ni la expulsión de los hebreos, y posteriormente de los moriscos, que dejaron el país hecho un erial.

Ya más cerquita de nuestros días, la casa real inglesa hizo un fake, ocultando que su nombre era alemán, Sajonia-Coburgo, enmascarándolo como Windsor. Y los escolares ingleses no conocen ese hecho.

Y si queremos hablar del gran faker bibelot de Putin, Trump quiso hace pasar a su familia como de origen sueco, cuando en realidad eran alemanes, que habían alterado ligeramente el apellido.

Si en tiempos pasados –o no tan pasados entre las dos ramas descendientes de Sem- las religiones aglutinaban el sentido de tribu creyente, y dirigían a sus huestes en función de sus intereses, hoy son los partidos los que convierten a los ciudadanos en súbditos de cuatro majaderos, que viven muy bien del cuento, y se aseguran de generar constantes enfrentamientos, tensiones queridas por el bobo masón y sus voceros, que distraigan a las gentes, como en el medievo, del abuso de poder, el cinismo, y la indigencia intelectual.

Carmina Fort